Lolita, ha sido quizás la que más ha marcado el genio y talento de su madre, salero, arte, elegancia, genio…. son sus características propias.
Las veces que ha tenido pareja, lo ha hecho con pasión, algunas veces sin buscarlo, pero siempre a lo loco y a la vez con serenidad.
Casada por segunda vez, nos dice que el físico de su marido no le gusta solo, sino que a cualquier hombre hay que acompañarlo de su interior. Lo principal de un hombre es ser legal y leal, dos características que llegan a diferenciarse unos de otros, porque en verdad, siempre son hombres.
Dicen que “los hombres también lloran”, ella, nos dice además que sufren incluso más que las mujeres.
Desde su superación de cáncer, Lolita ve la vida de forma diferente, piensa que hay que aprovecharla y disfrutar de la gente que te acompaña. Hay que tener los pies en el suelo y las cosas claras, conservar sobre todo las buenas amistades.
Dicen que el sexo en la juventud es más fogoso, por ello, a partir de los 50 se disfruta más, es por ello que nos dice Lolita que según su pensamiento, es mejor dormir en cama grande que en particulares.
Cuando fue creciendo, su raza gitana, le enseñó que lo masculino es primordial, pero esto es solo de fachada, pues en la mayoría de las casas, los pantalones los llevan las mujeres.
La raza gitana, es una raza que siempre tiene la puerta abierta, con los vecinos entrando y saliendo, aroma a flores, olorcito a comida guisada, bailes a todas horas, brindis de vinos y abrazos de guitarras. Son familias que atrapan y abrazan de una manera muy arraigada.
Esta educación que le atrapó desde pequeña, es lo que le ha dado su carácter luchador y familiar.