La improvisación, como técnica de interpretación o bien como juego por explorar los sonidos con sentido musical, está presente en todas las culturas musicales, de diferentes épocas y países.
El jazz ha sido, en cierto modo, el encuentro de culturas, como un mestizaje musical.
La improvisación es la característica principal del jazz. Su duración es delimitada de forma imprecisa. La atención se centra en el protagonismo del instrumento, en el virtuosismo del intérprete. La configuración de los temas surge de la acción sobre los instrumentos y los músicos marcan el tiempo sólo para mantener la regularidad y el ajuste.
La esencia de la improvisación en el jazz está en la línea melódica, quizá porque los instrumentos melódicos han sido los prototipos, junto a la percusión. Posteriormente la incorporación del piano imitó el modo del conjunto, ya que la mano izquierda hacia los acordes y el ritmo y la derecha tocaba el sólo de la línea melódica.
El resultado de la improvisación depende la imaginación auditiva, avanzando con originalidad intuitiva, determinando la emoción. Claro está que los problemas técnicos, la forma de organización, el ritmo, la creatividad… solamente la controla la intelectualidad del intérprete.
Muy en general, se pueden determinar cinco grandes tipos de improvisación: rítmica (busca las secuencias rítmicas) ornamental (improvisa alrededor de un tema referente, sin cambiar la esencia de la melodía) armónica (produciendo acordes de paso que van produciendo otras nuevas melodías) remodelación del tema (no quedará nada más que la esencia del tema) improvisación mixta (combinando cualquiera de las opciones anteriores).
Fuente: jazz ese ruido