Este pasado viernes Bjork ofreció su único concierto en España en la Cidade da Cultura de Santiago, y el ambiente era ya muy especial antes de su comienzo por dos cosas: la primera, era su único concierto en España, ya que tuvo que suspender los bolos de Barcelona (y el de Oporto) debido a problemas en la voz. La segunda, era la primera vez que la Cidade da Cultura albergaba un concierto de estas magnitudes, y claro, estaba todo en el aire de cómo podría salir el asunto…
Tengo que confesar que según entramos al recinto sentí un poquito de miedo, ya que el mismo se realizó al aire libre, y pensé que la acústica iba a sufrir por ello. Poco a poco fueron entrando sus fans, que algunos de ellos llevaban desde las seis de la tarde esperando para tomar sus posiciones hasta casi completar el aforo de la plaza de la Cidade da Cultura, lo que el conteo oficial nos arroja unas cifras de unas 5.000 personas, aunque la verdad es que habrían cabido más.
A la hora indicada comenzó el concierto, ni un minuto antes, ni uno después, salió Bjork con una gran peluca naranja y batín azul con el que nos tiene acostumbrados durante esta gira. En el escenario en total había mucha, mucha gente pero muy poquitos instrumentos, me explico.
Además de Bjork, la banda se componía de un (increíble) percusionista, otro mozo a la electrónica (ordenadores, iPads y mil artilugios raros) y trece coristas isladensas. Es decir, ni una triste guitarra, bajo, vientos ni nada por el estilo.
El escenario, bastante espectacular, ya que un concierto de Bjork no es sólo la música, sino que debe ser considerado como una performance, hay mucho vídeo, muchas imágenes y efectos. Por ello el escenario contaba con una gran pantalla donde se fueron proyectando diversos vídeos que siempre tenían que ver con la naturaleza (desde un virus hasta tectónica de placas) para acompañar los temas.
Además de ésto, un poquito de pirotecnia y un artilugio digno de Tesla (una jaula de Faraday con un par de electrodos gigantes que hacían saltar rayos eléctricos) que hicieron funcionar en algún que otro tema.
El concierto en sí tengo que deciros que no defraudó a los fans de Bjork, en el cual repasó su últimos disco Biophilia además de tirar de clásicos como Hunter o Thunderbolt, pero incluso en estos temas clásicos se notaba que estaban «versionados» por la nueva atmósfera de Biophilia, mucho más electrónicos, pausados, con ritmos rotos y, en definitiva, caóticos, en el mejor sentido de la palabra.
El concierto fue un poquito escaso, no llegó a la hora y media con el bis incluido, y la despedida fue fría como sólo una islandesa saber hacerlo, pero también te digo que hay que saber a quien vas a ver, y cómo es la personalidad de Bjork, para hacerte una idea de cómo pueden ser sus conciertos.
En el aspecto técnico, la acústica estuvo a la altura de los mejores conciertos que he tenido la oportunidad de escuchar, tremendamente equilibrada en cualquier punto del concierto, se escuchaba la voz de Bjork así como sus intrumentos de una forma clarísima, sin un acople, con la dificultad de combinar la electrónica con un montón de instrumentos de percusión y con pirotecnia, así que, como te digo, técnicamente el concierto fue de 10, un gran trabajo de los técnicos de sonido.
En conclusión, el concierto técnicamente estuvo de 10, el repertorio cumplió su papel, con la consabida combinación de «últimos disco + hits», los músicos que la acompañan son unas tremendas máquinas de tocar, ella es una gran cantante que tiene una grandísima voz, si bien el concierto pecó de ser un poquito corto, con tres o cuatro temas más hubiera sido un concierto redondo.
Por último, la organización del bolo fue, por lo menos, igual de buena que él, había agentes de movilidad haciendo su trabajo, ayudando a aparcar los coches en la parte baja de la Cidade para que entraran todos y evitar atascos y malos momentos de pugna, algo que tristemente no es muy corriente en los conciertos en España.
Y claro, no me puedo despedir sin agradecer a Rebeca el gran trabajo que realizó apoyándonos a los medios, todos sabemos que Bjork tiene una personalidad bastante difícil y me constan que las negociaciones para otorgar acreditaciones a prensa y fotógrafos fueron realmente duras, y siempre nos atendió a nuestros ruegos y preguntas previas con una sonrisa, ¡así da gusto Rebeca!