El arte es una forma de actividad humana que consiste en transmitir a otro los sentimientos de un hombre por medio de signos externos.
La música se presenta, irrumpe en nuestro oído, nos invade. Es un fluir perpetuo, un movimiento exterior que transcurre ante y a través de nosotros. La arquitectura, la pintura, la novela o la poesía, son espacios que exigen ser penetrados por nuestra atención, la música, por el contrario, penetra en nosotros y pasa sin que se pueda aislar o detener.
Mientras el cine o el teatro precisan así mismo de espacios de soporte, la pantalla para el primero, el escenario para el segundo, donde se sitúen las imágenes o los gestos de la representación, la música puede prescindir de lugares.
Nos decía Johann Sebastián Bach que “el fin de la música es el consuelo del alma”, sabias palabras de un compositor.
También nos decía Beethoven “la música es una revelación más alta que cualquier sabiduría y que cualquier filosofía, quien penetra en el sentido de la música se verá libre de toda la miseria en la que arrastran los hombres”. “Así como viene del corazón, retorna a él” .Nada hay tan bello sobre la raza humana”.
Estas definiciones solo son posibles pensarlas en compositores de esta categoría, músicos que se adelantaron a la época, personas que nacieron para la música o se podría decir que ya nacieron músicos.
Ante todo, una cosa, sí que es cierta, la música es un arte que pertenece al ser humano, está relacionado con la inteligencia, la afectividad, el corazón, el sentimiento, la moral, la ética… valores siempre positivos que pueden lograr llegar a lo más profundo de cualquier ser.