Danza y música han estado, de una forma u otra, muy relacionadas desde los orígenes de la Humanidad, si bien la danza es la expresión de la música en el cuerpo.
No es totalmente cierto que los movimientos de la danza se adapten exactamente al ritmo de la música que los acompaña ni viceversa. Esto ha podido comprobarse a través de numerosos estudios científicos, que han constatado diversos aspectos. En primer lugar, se ha verificado que el ritmo es algo innato en el hombre, como también lo es en los animales, si bien la gran diferencia estriba en el hecho de que el hombre es capaz de controlarlo y usarlo a su placer.
Los movimientos de la danza suelen adaptarse al ritmo de la música. Este ritmo procedería en un principio, de los sonidos producidos por los golpes de los pies en el suelo y por las palmadas, elementos ambos que aún hoy se conservan en algunos pueblos como únicos acompañamientos de sus danzas.
Posteriormente, estos elementos evolucionaron, para ampliarse a golpes en el suelo con otros instrumentos tales como palos.
Los estilos musicales han ido cambiando a través de las diversas zonas del mundo. Son infinitos los bailes que a través de la música expresa el ser humano. La Tarantella de Italia, las Sevillanas de España, los bailes del Bastón de Yugoslavia, el Dolo de Albania, el Vikivaki de Islandia, la Candiota de Grecia…. en resumen, expresiones de la música a través del cuerpo que no tienen fronteras en la raza humana.