La España profunda se alza en armas contra ‘el complot de Eurovisión’

Hay una similitud entre los días en que se grabó el vídeo que encabeza estas líneas, y la actualidad. En 1968, cuando Massiel llevaba a lo más alto del limbo musical europeo a nuestro país, se sabía que la canción original era de Joan Manuel Serrat, cuya procedencia no casaba con los cánones del Reino, y por este motivo no pudo representar a España. Se dijo que Franco había manipulado el festival para que nuestro país se alzase con la victoria. Se habló, en definitiva, de apaños y conspiraciones.

La España profunda, que siempre ha tenido en muy elevada estima la reputación de nuestro país, se revuelve de nuevo entre naftalina porque las cosas no son como deberían ser. Porque esto es una vergüenza. Porque esto no es lo que representa al país. Porque esto son los juankers que lo emarañan todo con sus ataques en la internet esa. Y no vamos a permitirlo. Error; el problema no es tal; el problema es otro.

Luego está ese sector más joven, que cree que con gritos y vomitar contra todo y contra todos ya es garantía de que sus pretensiones lleguen a buen puerto. Porque los artistas de verdad se ganan la vida con nosotros, que compramos sus discos, y si no los compramos es que son un truño. Error; el problema no es tal; el problema es otro.

Tanto a la España que se sigue bañando en naftalina, como para las nuevas generaciones, ambos grupos creyentes de que se puede competir contra Europa a todos los niveles, y no sólo los musicales, ahí van unas cuantas verdades -contrastadas y comprobables- con el fin de que abran los ojos. Y atención, desde el más escrupuloso de los respetos; simplemente, es lo que hay…

Los amantes de la naftalina, del solysombra a media mañana, del Rossli siempre en la comisura de los labios, y del esto con Franco no pasaba, saben aunque no lo reconozcan, que se les acaba el chollo. Saben, que sus tronos en la sombra del poder tienen pretendientes, y saben que los tiempos cambian aunque eso implique perder ciertos derechos adquiridos.

La salida más fácil que tuvo en su momento quien gestiona la representación de España ante la oleada de críticas que había, fue democratizar el proceso. Con esta novedad cualquiera que tenga algo que cantar puede presentarse, y son los seguidores del festival, espectadores y usuarios de internet los que deciden quien puede representar o no a nuestro país. Esto implica que el resultado del proceso no guste a todos, pero amigos, es lo que hay. Lo inventaron ellos, y lo implantaron ellos, con sus normas y su chanchullismo. Por eso, cuando las cosas se tuercen y no salen como estaba previsto, surgen denúncias -fundadas o no- de manipulaciones en las votaciones, de trato de favor, etc. Los juankers estos que van a hundir España.

Luego están las nuevas generaciones. Las del chunda-chunda a todo trapo en sus deportivos coches, las del todo a grito pelao porque así tienen más razón, las del maquillaje primerizo cuyo resultado es un esperpéntico parecido a Carmen de Mairena, las del botellón 7 días a la semana, y las que creen que lo que les gusta debe gustar a todo el mundo, o el mundo se equivoca.

El hecho de que alguien salga de la nada, se haga un hueco en televisión y arrase en un concurso, no le hace mejor artista. El artista, es la industria que hay detrás, esa que da la patada cuando el producto ya no vende. Admitámoslo; los triunfitos que han salido adelante sin todo el espectáculo mediático son contados. Por supuesto, bastante hay de partitura y composición en este tipo de música, pero el resultado final y global no casa con Eurovisión. Y a las pruebas me remito.

Pero atención, porque las nuevas generaciones saben de esto de la internet. Y sacan partido de ello. Imponen su ley -legal o ilegalmente- y catapultan a lo más alto cualquier ciudadano de a pié que sepa soltar un gorgorito al ritmo de una zambomba. Pues estupendo, si señor. En eso consiste la democratización del proceso sobre quien representa a España en Eurovisión. La gente vota y decide, y es lo que hay. El problema es que, al igual que hace unas líneas, cuando las cosas se tuercen y no salen como estaba previsto, surgen denúncias -fundadas o no- de manipulaciones en las votaciones, de trato de favor, etc. Hunden a los mejores porque a la industria no le convenía.

Y un día, enmedio de la trifulca, a alguien se le ocurrió una idea en plan coña, que cuando se dio cuenta que se le estaba escapando de las manos ya era tarde. Pero funcionó. Sale una productora y decide meter más leña al asunto. Se curra su «canción» y su «artista», se presenta a las votaciones y a ver que pasa, y contra todo pronóstico, gana y representa a España. Madre del amor hermoso. Y es que cuando los apaños ya cantan contra el viento, los de arriba no pueden evitar lo inevitable. Así que no queda más remedio que dejar que la democracia funcione y que sea lo que Dios quiera. Y ojo, porque esta gente sabe como funciona este pantano; sabe colocar su producto en todas partes, y sabe darle bombo y hacer ruido, mucho ruido.

Y luego, por primera vez en mucho tiempo, los naftalineros y las nuevas generaciones se unen denunciando la vergüenza que es España en Eurovisión. Pues amigos, es lo que hay. Es lo que tiene la democracia. Esto ocurre cuando la mayoría de gente está harta de siempre lo mismo, de mucho ruido y pocas nueces. Y esto ocurre, cuando la mayoría de votantes ni es naftalinera, ni pertenece a las nuevas generaciones. O bien, que simplemente ya pasa del tema. Porque le da igual. O porque está harta.

¿No nos merecemos esto? Pero a ver, si somos un país exitoso a tutiplén amigos! Somos líderes en desempleo, somos líderes en jóvenes que ni estudian ni trabajan (la generación ni-ni), somos líderes en consumo de drogas, somos líderes en corrupción, y vamos a presentarnos a un festival de una región que en su momento, tuvo que decirnos cómo no terminar de hundirnos en la crisis. Esto es España, le pese a quien le pese. ¿Y vamos a pelearnos por un festival que desde siempre ha tenido zonas oscuras? No hombre no; no vale la pena.

Cuando dentro de poco se vayan conociendo las candidaturas para el próximo festival de Eurovisión, tened en cuenta que hay varias posibilidades de que esa productora presente su canción. Y sentará fatal a mucha gente. Que vergüenza, esto es una ofensa. Y a otro sector, tampoco le gustará. Que la gente vote a esto antes que al cuñao del primo de la portera de mi amigo, con lo bien que toca la guitarra y lo que se lo curra.

Pero otra mucha gente la podría votar, y podría representar a nuestro país. Las posibilidades de que eso ocurra son, a mi entender, bastante pocas, porque si no interesa se la cargarán de alguna u otra forma. Y por encima de todo y al margen de las conspiraciones, tened en cuenta que vaya quien vaya a Eurovisión representará a España en su justa medida y a la altura que nos merecemos y que nos hemos buscado.Y a sabiendas de que las posibilidades de ganar son nulas, visto lo que se ha presentado en los últimos años, como mínimo nos reiremos de Europa por un rato, porque ante todo somos españoles, y hay que tener unos huevos como el caballo de Espartero para reírnos en la cara de toda la comunidad como sólo sabemos hacer los españoles.

¿Mi consejo? Votad y dejad votar, porque si llega el caso, ya se encargarán los de arriba de torcer las cosas que no interesan. Y nadie podrá hacer nada por evitarlo.