Muchas veces, solamente nos fijamos en los sonidos de los instrumentos, pero nunca nos preguntamos de cómo se puede convertir ese aire que se insufla como puede a llegar a convertirse en sonido.
Las cañas, son el elemento que hace sonar instrumentos como el clarinete o el saxofón, la cual, merece una atención especial.
Estas se depositan en la boquilla del instrumento, de forma que esté plana. Debe de ser lisa y sus orígenes son muy curiosos, pues solamente son adecuadas las que se cultivan en las zonas húmedas de Francia.
Las boquillas donde estas se colocan, pueden ser de muchos tipos y materiales (cristal, marfil, metal…), precisamente de materiales duraderos para que los cambios de tiempo no les afecten demasiado.
La cañas son muy delicadas y su forma de tratarlas y conocer sus efectos, solo se consigue con los años. Deben de estar siempre húmedas. Dentro de ellas existen unas canales, los cuales, son una especie de conductores de la saliva, por ellos transcurre el agua que el ejecutante va tirando con su propio aire, estos son los que las mantienen mojados, de ahí que muchas veces podemos observar a los músicos de viento madera que la desprenden de la boquilla y la chupan varias veces, ya que como ya hemos dicho, debe de estar húmeda, pero no mojada.
Al estar en su templanza óptima, el aire que pasa por ella (la que insufla el músico) la hace vibrar hacia el tubo sonoro del instrumento, el cual, al ir accionando las llaves que este posee, es cuando aparece los distintos sonidos, típicos de cada instrumentos.